07 enero 2007

Fin del año 1

Bueno, después de este apoteósico año, con resurgires, grandes encuentros, la llegada de dña. Xerba y la consolidación de un clan, el final debía ser apoteósico. Creo que coincido con muchos diciendo que fue uno de los mejores que se recuerdan, aunque faltara gente imprescindible.
E. nos consiguió una casa solariega, decorada con mucho gusto, para reunirnos. Una fiesta sencilla, de unas 45 personas... Muchas caras nuevas (para mí). Los recién llegados de Irlanda, Suecia y Suiza. Los locales desconocidos. Y los de siempre... La cosa pintaba bien, no podía ser mejor.
En principio reconozoco que me sentí desubicado. Tanta gente borracha, y yo a la zaga. Abrazos, euforia, fallos tecnológicos (sí, la cagué) y reencuentros. Una vez normalizado todo, ya me metí en la euforia colectiva. Y resumiendo. Cosas a destacar:
-Ver al sr. Turbio enamorado de una litrona y bailando sin censura.
-Ver a A. bailando con sus tirantes y hablando con soltura (con lo callado que parecía).
-Que las srtas. A, S. y la muchacha Guisante no se congelaran con sus respectivos vestiditos (espectaculares, eso sí).
-Los cubatas de Contimás.
-Ver a T, el arquitecto y creador del plano, bebiendo y bailando con desenfreno.
-Conocer a los míticos gemelos.
-Los espectaculares bailes de J. y A. (el que las mata callando).
-Gente bailando encima de las sillas, con Camilo Sesto de vigía. A destacar el pack irlandés.
-Los ataques de amor y júbilo de G., nuestro recién llegado.
-La revolución que se creó con cierta canción...
-La cara de sorpresa (que no recuerdo mucho) del hermano de E. y su pareja.
-Los bailes de P. (alias salgo en las fotos con los brazos en alto y la boca abierta).
-La velocidad de evacuación de S. y sus rastas.
-La siesta y posterior despertar de la muchacha Guisante.
-El gorrito y los escarceos con su propio sexappeal de J.
-Flirteos varios.
-E., el hombre de la medicina alternativa, aguantando sobrio entre tanto borracho y poniéndome al día sobre sus menesteres.
-Un pequeño incendio bajo Camilo Sesto (un repeto, que me lo quemáis vivo!).
-El glamour de dña. Xerba.
-Una plantación de trocitos de papel higiénico en los alrededores de la casa (al dia siguiente no había germinado ni un rollo nuevo).
-Las salidas y cara de felicidad de P., el gran polaco.
-La felicidad de A. cada vez que nos reencontrábamos.
-El papel pintado de las paredes.
-La ausencia de la Funcionaria Asesina y su respectivo, y de la pareja gripe.
-El calor que dá el alcohol.
-La decadencia en la sala chill out (en la que yo estuve y no recordaba hacer estado, hasta la cabezadita matutina).
-La siesta de Contimás en mi coche, que no fue perturbada ni por el más ruidoso acelerón.
-La decadencia final de E, M. y yo mismo bailando "rock catalá".

En fin, con todo ésto y cosas que escapan a mis recuerdos, un fin de año inolbidable. Va a ser difiícil superarse, así que habrá que poner mucho empeño.
Un abrazo a todos los asistentes.

Echamos el resto

Bueno, creo que me había quedao en A Coruña... Después de los que nos costó entrar (quien diría que habría tanto tráfico) y volver loca a nuestra sudamericana sintética, nos pegamos un paseíto por la costa. Disfrutamos de los resplandecientes guantes de D. Xerba, corrimos el peligro de ser engullidos por una ola y comimos hasta decir basta (ésto se convertiría en una tónica).
Nuestro día siguiente fue una improvisación. En principio, a pesar de las advertencias, intentamos ir hacia el oeste, pero ver ríos desbordados y temporales siempre tira para atrás, así que decidimos tirar hacia el norte, al cabo Ortegal. Después de un buen recorrido en coche, nuestro estómago, ya acostumbrado a comidas opíparas, nos reclamaba su ración. Paramos en Cariño (población que dejó una profunda huella en el sr. Turbio). Ya repuestos, subimos al cabo. Quizás los más parecido al fin del mundo... Aguantamos allí todo lo que nuestros entumecidos cuerpos soportaron (unos 10 minutos), y de vuelta.
Por la noche, en vista de que era el aniversario de un servidor, las cabezas pensantes decidieron putearme y emborracharme (advierto que algun día habrá venganza). Menos mal que todo quedó en la intimidad, porque nunca me han sentado bien las minifaldas. En fin, creo que fue la celebración más extraña que he tenido en mi vida. Pero valió la pena.
Como remate, visitamos el célebre sanatorio abandonado de Cesuras, hicimos adicta a d. Xerba a una xerba más y luego salimos hacia Santiago.
Santiago... En fin. Es como volveer a la época medieval. Aunque nosotros, por no perder costumbre fuimos a comer. Conseguimos la incréible hazaña de convencer a d. Xerba de que comiese pescado (la pobre había basado su dieta en ensalada y tortilla de patatas. Ya tenía cara de huevo). Al salir, llenamos nuestro maletero de vino y volvimos a ver la catedral.
Asi de entrada, la catedral parece un templo chino, todo cubierto de musgo. Cuando entras impresiona aun más. Nosotros ya deambulábamos como zombies y nos separamos para hacer la visita. La cosa ya empezaba a decaer... Y más a sabiendas de que al día siguiente se nos acababa el viaje. A d. Xerba aun le esperaba un desplante más. Un sr. camarero no le dejo comerse uno de sus polvorones típicos en un bar. Pobre... Al borde de la lágrima...
Y en fin, ésto fue todo. Viaje corto, pero intenso. Espero que no tarde en repetirse algo parecido...