17 diciembre 2006

Viaje a lo desconocido

Bueno, después de mi habitual hibernación (escribo poco para no perder la esencia), vuelvo para relataros los pormenores del viaje de los Cuatro Magníficos a lo más profundo de la tierra de la empanada (Galicia?). Para pasar este viaducto vacacional, decidimos A (alias Doña Xerba), S (alias Sr. Turbio), H (alias Contimás) y un servidor (del que ya conocen el alias) irnos a conocer el cuernecito noroeste de nuestra hermosa piel de toro. Y qué mejor momento para ir al norte que en pleno invierno, con temporales, vientos huracanados e inundaciones.
Días antes había preparado yo una ruta tradicional, a la antigua usanza, con mapas en papel. No os dejéis engañar. Ese coche parecía una nave espacial; MP3, GPS, viodeocámara digital, cámaras de fotos... Vamos, que igual poríamos haber optado por ensamblarnos a la estación espacial internacional y no hubiésemos notado mucho el cambio.
Al llegar a Zaragoza, mi plano en papel empezó a fallar. Una vez perdida mi dignidad como guía natural y conductor, y un intermitente del coche, decidimos conectar nuestro localizador, y una voz de mujer, quizás mexicana, quizás argentina (no lo vimos claro), con tono erótico, preorgásmico incluso, nos guió sin problemas hasta el destino. La verdad es que los ratos en que no oía su voz (la única cuando los demás Magníficos dormían babeando los asientos, o los enturbiaban con sus pensamientos) la echaba de menos, y aun ahora, cuando conduzco, pienso que en cualquier momento me va a pedir que gire a la derecha...
En fin, tras varias visitas y paradas, playas paradisíacas escondidas, ciudades que nos miraban de reojo (con ojos tentadores), varios sonidos guturales y risas varias, llegamos al Concelho de Curtis. En este pueblo preguntamos por Cesuras, nuestro destino final. Un chico con acento curioso y mejillas rojas (digo ésto porque allí es algo común), nos indicó, asegurándonos que no tenía pérdida. Una hora después estábamos en medio de un bosque de eucaliptos, sin luz, perdidos, temiendo que en cualquier momento apareciese un hombre de mejillas sonrojadas, hacha en mano, a contarnos a cachitos para hacer cocido. Pero no, seguimos enteros, hasta el pueblo, y allí nos recibió una casa espectacular, y los entrañables C y E, que nos prepararon una cena digna de reyes.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ay, que me meo. Una cosita, yo paso tres pueblos de tener una cuñada que me quepa en el bolso. Lo de que tenga acento sudamericano (qué fina, es por no ofender que me vuelvo correcta) indefinible, pase, pero que tenga pies y brazos, por favor.
Y ¿C? ¿No es X?

11:48 a. m.  
Blogger El Señor de la mente en blanco. said...

No te preocupes, una cosa es que el sonido de la voz sea hipnótico y otra que llegue a ser tu cuñada. Prefiero que tenga piernas y brazos y una coversación que no se limite a guiarme por mi camino.
Y si es Tx?

2:23 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Bueno, Vili, eso es porque no viste los orgasmos que tenia la tia cuando decia lo de... gire en la rotonda, primera salia, y gire a la derecha... entraba en celo repentino... es normal que el de la mente en blanco se enamorara...

Blanco!, genial!!! queremos el resto de entregas pero ya!!!

2:24 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hombre, yo digo que es X. más que nada por el pueblo de San X., que se escribe asín...
Y me quitas un peso de encima, aunque lo de la conversación tampoco lo veo yo un problema tan gordo.
Me uno al clamor de trapecista, a ver si no tardas tres meses en escribir la segunda entrega...

3:54 p. m.  
Blogger vilipendia said...

¿Por qué soy anónima de repente?

4:57 p. m.  

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